Aquel mundo era tan paralelo y confuso que zarpe en la Costa Caribe con mis ojos encandilados e inmediatamente siento que mis venas fluyen con el tricolor de mi bandera. No es un amarillo cualquiera que se esparce con los senderos del Valle de Cócora, es un lienzo que se derrama por todo el campo tolimense y la riqueza del suelo de Orinoquia. Y por muy minúsculo que sea también representa la soberanía e ímpetu de nuestro libertador Simón Bolívar en donde sintió con certeza la armonía con su espíritu valiente. Recuerda esa indígena remontada en 1509 cuando inclinó su mirada al cielo azul y al caminar entre el mar y el río Magdalena se unieron esos dos mundos en uno solo llamado puerta de oro de Colombia.
Orgulloso eres de vivir en esta tierra que no derrama odio sino que nutre el corazón impregnado de amor, poder, fuerza y progreso. Por las calles de la fantástica te vi pasar y por las brisas de la samaria te vi llegar, aunque eres silenciosa y poco escandalosa enterneces a cualquiera con tus ritmos sin cesar. Y hoy ese hombre pujante y emprendedor se levanta con ahínco y un solo sueño de guindar su orgullo más inmortal, esa bandera que no es tela no es color, es un solo país que grita COLOMBIA ES MI PASIÓN.
Cuando te respiro mis pulmones se filtran de espuma salada que vienen y van como las olas de Tintipán, no es un recuerdo, es un tatuaje que traspasa mi verdad. Y aunque me duele verte en mi piel es un solo dolor que me lleva a mi realidad. No soy una potencia y tampoco un liberal pero represento fauna y flora como el Boyacá. Soy cultura y patrimonio que sobre mi suelo florece el compás de mi acordeón. Y aunque todos deleitan mi gastronomía y anhelan un bocado de mi sabor tropical, estoy aquí diciéndote a ti que somos una sola tierra que nos une como una hermandad.
¡ Somos Colombia !
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