La carretera del pueblo esta desolado como un desierto y
al caminar hacia la eternidad puedo ver el enmontado.
El cielo va cambiando de tono como el
camaleón y si miras el horizonte se te pierde
en las palmas de tu mastizal.
Caminando en el corral mis pies sienten la
humedad del césped que florecen cada primavera.
Y al respirar siento el agua en todo mi palpitar
con mis cinco sentidos en total descanso.
A la siguiente mañana me levanto en la madrugrada
y veo caer gotas más allá del horizonte.
Comentarios