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Carga sobre el mar

  • Foto del escritor: yuiris woo
    yuiris woo
  • 28 abr
  • 5 Min. de lectura

En una casa muy humilde construida de barro vivía Mireya, era una joven aventurera y aunque era la menor de muchos hermanos tenía una sencillez y un corazón muy noble. Cansada de las negligencias de su pueblo decidio cambiar de rumbo. Así que empezo a ahorrar dinero para ir a la capital porque su meta era ir al puerto y embarcarse en el primer buque que encontrara con el destino más lejano. Al estar en el puerto le llamado mucho la atención la bandera tricolor con una estrella. Fue tanta la admiración que se engancho en ese buque al cual llamaremos "El almirante". Pasaron unas semanas y nadie se había percatado que ahí estaba Mireya. Una madrugada con mar despejado y una neblina fría se acerco en el pasillo Joseph, despertó a Mireya y le pregunta que hacia ahí. Inmediatamente ella se asusto que salió corriendo por otro lado de "El almirante", se estravió entre los contenedores y se quedó dormida en la proa. Pasaron los días y nadie la había visto. Joseph la encontro de nuevo le llamo mucho la atención su belleza rodeada una cabellera con rizos y ojos grandes marrones quedo como hipnotizado, algo que no se percató aquel día. Al amanecer Mireya le hizo una carta y se la llevo donde era su cuarto. Pero Joseph no lo volvio a ver y Mireya seguía buscandolo por "el Almirante".


Almas perdidas que se cruzaron en el mar



El buque zarpo en el puerto de Suecia en ese momento Mireya aprovecho para distraerse un rato afuera del Almirante. En una cuadra ella vio como un mercado de artesanías, le llamo la atención los colores vibrantes que destacaban en aquel mercado. Mientras veía con delicadeza un collar que la atrapo mucho, ella siguió caminando y hubo un momento que sentía que la estaban persiguiendo pero pasaron los minutos y no le dio mucha importancia. Un marinero grito desde el buque diciendo que ya iban a irse de Suecia e inmediatamente Mireya salió corriendo. Por un momento pensó que se iba a quedar sin rumbo alguno pero a la final se trepó por una puerta del buque que estaba media abierta. Esa misma noche mientras caía la luna menguante ella estaba de pie mirando el mar y de un momento a otro siente que se entrelazan unas manos suaves y tersas alrededor de su cuello colgándole ese collar que vio en el mercado. Ella quedo impresionada por ese gesto y prácticamente se quedo sin palabras y lo único que pudo decir fue la palabra gracias.


Conciliar el sueño para ella fue un poco difícil a Joseph no le gustaba que ella durmiera en esas condiciones, así que le cedió su habitación. Ya algunas personas estaban empezando a sospechar sobre la presencia de Mireya. Un día en la tarde paso uno de los marineros en la habitación y vio aquella mujer tumbada en la cama de Joseph. Inmediatamente llego a los oídos del capitán y se formo el bololo porque querían dejar a Mireya en el primer pueblo que tocaran tierra. A la final hicieron un acuerdo y la chica se podía bajar en la primera ciudad que pasaran y era Nueva York.


Sin dinero y sin un rumbo Mireya no sabía que hacer, su cabeza estaba vueltas para arriba. Al ver esa preocupación Joseph se le acerco a Mireya y le dijo que pase lo que pase iba a estar con ella y si era necesario se bajaría del buque para estar con ella, a ella no le gusto ese comentario porque no quería que el dejara de hacer lo que ama. Aunque ella tenía unos ahorros no era lo suficiente como para vivir más de dos meses, eso era una de sus mayores preocupaciones. Faltaba un día para llegar y al estar los dos en la habitación sus cuerpos se juntaron dándose un caluroso abrazo de la manera más tierna. Al día siguiente se despertaron con la voz gritando que decía llegamos a Nueva York.


A Mireya se le puso la piel de gallina mientras se bajaba del buque aún así tuvo el coraje de seguir su camino. Y aunque no fue lo suficientemente valiente en otras ocasiones esta vez fue todo lo contrario. Al mirar de reojo hacia atrás no vio ni el rastro de Joseph pero siguió su rumbo. Un amor que para ella no fue suficiente para enamorarse y tampoco creyó que fuera del todo correspondido. Ella estaba impactada con Nueva York una ciudad que siempre tenia en su radar, llegó a la calle de las pantallas gigantes llenas de propagandas. Entre el poco de gente y el bullicio alguien la jala de su mano y al girar se da cuenta que es Joseph e inmediatamente le tatúa un beso en sus labios y le dice que merecían una despedida como debía ser.


En ese momento ambos se dieron cuenta que viajaban con una carga emocional que iban a empezar a desarmar y aunque el Almirante ya no estaba con ellos allí es donde todo nació. Fueron al mirador del Empire State y vieron lo grandiosa que era la ciudad con esos edificios llenos de vida e imponentes rascacielos. Y no podía faltar pasar por el puente de Brooklyn con un historial de amores fallidos o logrados con algunos candados a los lados de las barandas. Encontraron un hotel que tenía una chispa que les encanto y decidieron quedarse en ese lugar se llamaba Waikiki, Joseph le comento a la administradora que deseaba tener una noche romántica así que la habitación estaba llena de pétalos de rosas rojas y muchas velas que la decoraban.


Se sentaron en una mesa que estaba en el balcón y comieron una cena deliciosa que de hecho fue lo mejor que había degustado Mireya por mucho tiempo. Luego se sentaron en la cama y los labios de Joseph acariciaron la mejilla de ella, eso la intimido un poco pero ella se fue llenando de seguridad y dio el segundo paso así que le tatuó un beso en donde solo le hizo caso a su cuerpo. El ambiente torno a ser más cautivador y el fuego se prendió aunque ella estaba lista le daba un poco de miedo sentirse rechazada. Se acostaron en la cama y ella sintió las manos de Joseph deslizarse suavemente en su cintura subiendo un poco su vestido. Entre ella misma pensaba que iban muy rápido pero en realidad no se iba a cohibir y reprimir lo que en realidad quería hacer. De inmediato ella reacciona rápidamente y eleva sus piernas hacia el mientras el suavemente desliza sus manos sobre sus piernas, y el le pregunta a ella, ¿Estas lista? y sin dudarlo dice que si. La sensación al juntarse los dos cuerpos fue como una casa encendiendose en llamas pero luego de un tiempo llego el bombero para apaciguar las aguas. Esa velada fue magnífica, una noche que llevarían eternamente en sus recuerdos.


Joseph sabía lo mucho que le encantaba a Mireya andar en altamar así que como regalo le compro un viaje en crucero por varios lugares como Jamaica. En un sobre sencillo de papel guardo los boletos y se los entrego a ella. Su emoción era inexplicable porque era un sueño que tenía desde muy niña. Así que alistaron maletas y se fueron para su viaje por el mar azulado, una carga que empezo en "El almirante" y ahora esta navegando sobre el mar.






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