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Eternamente rumbera

Foto del escritor: yuiris wooyuiris woo

El amanecer estaba empezando a destilarme las pepas de mi tamarindo, aquel día yo caí profundamente entre mis adentros. Una sensación inesperada y un poco desenfrenada que para mí estaba en otro universo que desconocía. Al despertar me inyecté sabrosura en mi cuerpo. Empecé a sentir otro ser que me dominaba al son de mis abarcas.


Levanto mis manos y me despierto en una majestuosa mañana del antepasado de mis abuelos, hiptonizada por lo que sucedía traté de espabilarme y avisparme con mis cinco sentidos. Siento que ahora estoy en un lugar muy conocido e imaginable para mí, soy una niña al borde de aquella via 40. De repente veo animales acercándose a mi costado. Y un león me dice:


— León. <<Gauquiti, si no eres buena hija te voy a devorar >>

— Yu. << No te tengo miedo>>

En las calles de cemento aparecían reinas de otras regiones e incluso danzas alucinantes y unas carrozas gigantes decoradas con cayenas y marimondas.


Ese día ella nunca entendió lo que observaba en sus narices y al crecer se dió cuenta que era su carnaval. Todo tenía sentido y esas calles de mi viejo Prado alegres como un carnaval que esparce en cada rincón barranquillero de esa tierra linda.


Caminando bajo la luna es un ritual que cubre con un velo romántico la puerta de oro. En mi corazón siempre vive mi curramba adorada y ese extraño sentimiento al visitar el gran Malecón, mis palabras se las lleva el río Magdalena con gran nostalgia.


Como dice Esthercita Forero, la luna tiene una cosa de maravilla, es una esfera plata que hipnotiza a todo el que va pasando debajo de ella. Por 210 años me has iluminado y has sido protagonista de mis carnavales inmemorables que permanecen tatuados en mis recuerdos.


Esa niña hoy sabe cual es su origen y aunque sigue imaginando volver a estar en un bordillo, espera con ansias cada verano eterno. Se pone su pinta rumbera y empieza a azotar baldosa con su rostro pintado de blanco.




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