Los dos estaban perdidos en una calle con caras extrañas un domingo de carnaval y un día inesperado coincidió con un repentino match en Tinder. Allí empezó todo y fue muy original con su manera de escribir, le pregunta qué hará el fin de semana y porque razón está en su ciudad. Con muchas dudas en su cabeza, pregunta dónde está viviendo en esos momentos y por casualidades visitará su cálida ciudad barranquillera. Al ver su nueva ruta en su camino a los carnavales, sintió que era su momento para conocerlo. E inmediatamente le compartió su número telefónico, pasaron unos minutos y empezó una charla nocturna como si fueran llaves de muchos años.
Sin pensar tanta vaina le comentó sobre su día y le impresionaba tanto sus aventuras en su ciudad natal. Sara y Chevy ambos con personalidades muy parecidas ambos aventureros, apasionados, sabios y de mentes abiertas sintieron que debían conocerse y acordaron verse un viernes en un restaurante. Muy puntual llega al lugar, no quería dejarle una mala impresión. Esperé unos minutos y nada que llegaba. Lo buscaba por el ambiente tenue y oscuro como los pasillos de las calles del barrio viejo Prado pero no había arribado nadie. Mientras lo esperaba se preguntaba ¿Quién es él? Estaba en una mesa frente a la calle y de repente vio a un chico en donde solo mostraba su barba y movimiento sagaz de sus delgados brazos.
Su cabello estaba ocultando su rostro y al fondo de aquel jocoso restaurante llenos de murales coloridos y con un ambiente alegre a su alrededor, alzó su mirada y al voltear sus ojos se conectaron intensamente. En ese momento, sintieron un extraño sentimiento que se iba esfumando como las olas de la playa Mendoza. Al fondo de la bulla, escuchó una voz que le decía la palabra hola esperándola con sus brazos abiertos regalando un cálido abrazo como una danza lenta y apasionada al ritmo de una cumbia.
Sara se sentía tímida y no sabía cómo saludarlo así que se levantó y lo abrazó. De inmediato se sentaron en la mesa del restaurante y empezaron a conocerse divagando historias y aventuras. Ella es una traductora que ama conocer su país Colombia. Y Chevy es un amante de su rol como guía turístico en Jerusalén atrayendo a aquellas personas para dejar una huella en la tierra de Jesús. Ellos tuvieron un clic inmediato tanto que esa noche, sus conversaciones se complementaban con otra acción que habían realizado tiempo atrás. Desde otro punto de vista, sus gustos eran muy parecidos. Mientras hablaban miraba fijamente sus brazos y nunca asimiló tanta curiosidad por eso.
Sara notó que él tenía una manilla de canutillos con los colores de Colombia y eso la hipnotizó al saber que de cierta manera estaba encantada por su ciudad natal. Sara lo invitó a su hogar para que conociera más de su cultura, pero se dio cuenta que su itinerario estaba ocupado. Caminaron entre la recocha carnavalera y bailaron en una esquina del barrio Bellavista. Estaban cansados de tanto bailoteo, así que fueron a comprar unos jugos en la frutería del barrio Concepción.
Mientras caminaban, intentó acercarse sutilmente agarrándole su mano. Prefirió caminar más adelante sola entre la espuma blanca y densa de aquellos pasillos taqueados de pick ups en cada esquina. Al llegar a la frutería degustaron mucha comida típica. De repente, compartieron aquel sabor de corozo rojo como la lengua de un son de negro.
Bajo la luz de la cuarta menguante, se sentaron sobre una banca de cemento muy cómoda. Mientras el cielo se tornaba gris oscuro y con una brisa helada, el muy atento la arropó sobre sus hombros.
Sara solo pensaba que tendría más frío que ella. Ninguno de los dos sintió las manecillas del reloj y cada vez era más tarde, el tiempo volaba como un parpadeo. Quería un espacio único y le preguntó si quería acompañarlo para caminar en los alrededores de aquel parque silencioso. Sin pensarlo, le siguió la corriente, aquella caminata fueron muchas risas y conversaciones amenas. Todo ocurrió en esa noche tan romántica en donde solo se sentían las vibraciones de la tambora y el oleaje de la pollera colora’ a los lejos de la calle 44.
Entrelazaron sus manos y en ese momento sintió una conexión rara pero bien sabrosa. Quedó impactada y no entendía lo que sucedía. La hizo sentir segura todo el tiempo mientras caminaban. Y por unos segundos se detuvieron y Chevy se acercó, su sentimiento era indescriptible.
Sobre la calle se atravesó un monocuco guayabero tirando piques champeteros, era tan misteriosa aquella sensación que intentó besarla, pero lo evadió por la simple razón de sentirse extraña. Entonces caminaron a su rumbo inicial, pero a Chevy se le soltaron los cordones. Lo esperó para seguir caminando juntos, se quedó pocos metros para poder apreciar la hermosa silueta de esa chica bajo ese anochecer de la Arenosa. A medida que iban caminando, ellos se reían y no era de algo en específico sino algo demasiado genuino.
Hechizados el uno al otro fueron donde se estaba hospedando, la miró fijamente y se percató que necesitaba su espacio porque la notó penosa, así que se sentó diagonal. Cada vez que hablaban la atracción era mayor y notó que sentían lo mismo. Se iban descubriendo sus almas más puras y sinceras en ese patio acogedor colorido lleno de graffitis y buena comida.
Notó que había una galleta punto rojo sobre la mesa y sin pensarlo la compartieron, una galleta que había comido desde muy pequeña y que para él era algo nuevo.
Entre sí se contaron muchas historias inimaginables. Cuando ambos se sentían dichosos de su compañía, uno de los trabajadores del hostal los interrumpió porque la hora de visita había culminado. Le preguntó: “¿Qué dijo aquel chico?” porque no había entendido y la verdad es que ninguno le paró bola. Ambos empezaron a buscar soluciones para no darle fin a su encantadora noche pero ya era demasiado tarde y era tiempo de marcharse a casa.
Le preguntó qué quería hacer y prefirió irse a casa con la intención de verse otro día. Lo más triste fue que a esa hora todo estaba cerrado y no podían seguir conociéndose, mientras buscaba un transporte en su celular, la acompañaba a su lado. Cuando menos lo esperaba, se despidieron tan cálidamente diciéndole “Gracias” al escucharlo no entendía porque lo dijo, pero después reaccionó y le dijo que “No es nada” por dentro agradeció su intención. Era un agradecimiento mutuo, después de esta inolvidable escena pasaron unos minutos y llegó el carro así que se dirigió al pasillo buscando la salida.
Iba caminando cuando llegó al final del pasillo, no lo vio a su lado. Lo primero que hizo fue ojear desde una columna de la casa y despedirse con un sabor amargo de un adiós incierto. El salió corriendo a corresponderle con un abrazo tan revitalizante. Ambos se separaron y él dijo “Estaremos en contacto”. Asimilando todo en el taxi, se fue con la esperanza de volverse a ver con ese recuerdo tan inigualable que tuvo ese cinco de febrero. Llegó a su casa y le escribió si había llegado bien despidiéndose con unas buenas noches.
Los días pasaron tan rápido como una noche de guacherna y en un instante ya todo hacía parte del pasado. Dejaron de hablar por redes sociales y Sara cerró su perfil de Tinder. Se dió cuenta que en realidad estaba perdiendo su tiempo con personas que en realidad no le aportan nada significativo. Un año después ella tuvo sus vacaciones y se fue para Buenos Aires. La verdad es que siempre le había encantado la ciudad de la furia como una excelente opción para despejar su mente y encontrar su modo zen como dicen por ahí. Una noche oscura y lluviosa en un club rosa negra mientras ella disfrutaba dar cada paso al son de la música. Muy a lo lejos le pareció ver a un chico parecido a Chevy, ella no le dio mucha relevancia.
De repente colocaron una bachata y ella muy emocionada bailaba sola, al voltearse alguien le agarra de la mano y cuando mira a su lado se da cuenta que era Chevy. La química entre los dos estaba intacta como aquella noche en Barranquilla e inmediatamente mientras bailaban juntos se dieron ese beso apasionado que tenían ambos en deuda. Una cosa llevó a otra y terminaron en la habitación de ella en el barrio Rosales, el cual fue una noche intensa llena de caricias y romance en su furor.
Al amanecer él se levanta temprano porque alguien lo llamó y de repente Sara escucha en la llamada que se trataba de una mujer. Ella no le pidió mucha explicación sin embargo Chevy le comento que era su novio, eso fue un balde de agua fría porque no se lo esperaba después de compartir ese momento mágico que pensó ella. Sara se sienta en el balcón y se sentía demasiado devastada y decepcionada por lo que estaba ocurriendo, su único alivio era que muy pronto regresaba a casa.
En la tarde Chevy le escribe para verse en un restaurante e inmediatamente aceptó porque le interesaba dejar la situación clara.
Chevy: Sé que la embarre y debí decirte desde un principio mi situación en estos momentos. Honestamente quiero iniciar una relación seria contigo.
Sara: ¿Cómo quieres ser mi novio si ya estás comprometido con alguien?
Chevy: Eso ya no es un obstáculo para nosotros porque esta mañana terminó esa relación.
Sara: Yo no quiero ser participe de una vaina como esta. Y te digo desde ya que no quiero involucrarme contigo de ninguna manera, así que adiós.
De regreso en su ciudad Barranquilla todo volvió a como era antes teniendo su vida calmada y retomando su trabajo como era de costumbre. Pasaron unos dias y estaba preocupada porque su ciclo menstrual estaba retrasado casi una semana, Sara se hizo una prueba de embarazo y todo fue un desastre para ella ya que el resultado dio positivo, lo primero que penso fue contarle a Chevy.
Tuvieron una videollamada y el muy cortante le dice que no sabe qué decir y que en realidad no estaba listo para ser padre. En pocas palabras no aceptó la paternidad y eso fue una decepción para Sara. Las semanas siguientes fueron caóticas y muy fuertes en su embarazo. El tiempo voló y ya tenía cuatro meses de embarazo. En su control con la ginecóloga Ana mientras veían el feto en la ecografía pasó lo más inesperado.
Ana: Necesito que respires profundo porque lo que te voy a decir no es bueno.
Sara: Doctora, no me asustes. ¿Qué ve en mi vientre?
Ana: Tuviste un aborto espontáneo. Esto es terrible ahora, pero te prometo que volverás a ser feliz.
Sara: No entiendo cómo fue posible esta situación.
Las horas y días tocaban el tic toc, su vida torno a ser un desastre tanto así que sufrió de un cuadro psicótico post-aborto e inmediatamanete sus padres la internaron a un centro psiquiátrico. A Chevy se le hacía muy raro que no hubiera sabido nada de ella por más de un mes y optó por escribirle a la hermana de Sara. Ella le cuenta lo sucedido y sin pensarlo Chevy toma el primer vuelo para Colombia porque de cierta manera él se sentía culpable por lo sucedido.
Arribó al aeropuerto barranquillero con un sin sabor y de una la visito donde ella estaba. Él le brindó todo el apoyo que necesitaba en ese momento y la verdad es que todo el tiempo estuvo preocupado porque estaba muy delgada y con su semblante muy triste, algo que jamás había visto en ella.
Preocupado por el estado de ella, pero también con una chispa de esperanza por su pronta recuperación. Al verlo, ella siente una confusión de emociones en su interior. Así que se escapan lágrimas que llevaban consigo cierto alivio y dolor. Entre susurros entrecortados, ella le confiesa sobre el aborto. Mientras hablaban deciden enfrentar los desafíos y se comprometen a apoyarse mutuamente. Prometen mantener viva la llama del amor que los unió desde el principio.
A medida que los días pasan, ella recibe el tratamiento necesario y comienza a recuperarse lentamente. A pesar de todas las dificultades, encuentran consuelo el uno en el otro, fortaleciendo su vínculo cada día que afrontan sus batallas. Finalmente, a Sara le dan de alta y salen del centro psiquiátrico con sus manos entrelazadas y sus corazones llenos de esperanza.
Tienen claro que el camino su por delante no será fácil, pero están seguros de que juntos podrán superar cualquier obstáculo que se les atraviese. Y así entre brumas, con sonrisas en su cara y un futuro incierto pero lleno de muchas posibilidades para seguir adelante. Ellos caminan juntos hacia el horizonte, listos para enfrentar lo que sea que les depare el destino.
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