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El poder de la hermandad

  • Foto del escritor: yuiris woo
    yuiris woo
  • 11 sept
  • 2 Min. de lectura

Aquí no les vengo a hablar de versículos bíblicos ni nada de eso. Está vez es algo que se me vino al corazón porque siento que es lindo tocar este hermoso sentimiento. Les echaré el cuento que he vivido desde muy pequeña, me crié en una familia convencional un poco disfuncional pero aquí lo que prevalece es ese amor que he recibido desde muy pequeña.


Soy una hija planificada y muy deseada por mis padres, por muchos intentos fui la primera o como ellos me dicen la consentida. Ese no es el punto, aquí la vaina es que dos años después de mi nacimiento nació mi hermano Jimmy que la verdad no recuerdo muy bien pero lo que tengo bien claro es que nos jalábamos los pelos a cada momento, cualquier cosa era motivo de discusión.


A medida que íbamos creciendo de cierta manera nos hicimos amigos y es bello saber que hoy día es una figura paterna para mí. Y, aunque con el niño como muy cariñosamente le decimos no somos muy apegados siempre estamos presentes en las amargas. Hoy día ya tiene su hogar formado pero aún así cada vez que nos visita a casa es una felicidad bacana cada vez que nos dice que llegará a visitarnos.


En fin, lo bacano aquí es que somos almas gemelas y aunque somos totalmente diferentes de cierta manera nos amamos de aquí a la Corocita. Ahora viene lo inesperado, ochos años después de mi nacimiento nació la no planeada Yessica.


Una noche del 2002, 21 de junio como a las 8:00 pm, yo estaba sola tirada en el suelo jugando con unos carritos y de repente mi tía grita muy fuerte "Ya nació tu hermana Yessica" yo estaba confundida. Además que tenía ocho años y lo que me dió rabia fue que no me festejaron mi cumpleaños y el pudín se quedó solo con la vela encendida.


Y cuando era adolescente comprendí que mis oraciones de tener una compañera de vida se hizo realidad, un regalo gigante que nunca me cansaré de agradecerle a Dios. Es por eso que amo mi cumpleaños, festejar la vida con mi hermana es lo más preciado que yo tengo y desde entonces hemos estado juntas.


Los Y3 como nos dice mi papá han aprendido a estar en hermandad y aunque los tres somos de personalidades totalmente diferentes estamos encadenados con tanta fuerza que no deja que ese buque zarpe.


Sé que muchos de ustedes tienen la dicha y el gozo de tener hermanos como yo y la verdad es que son como unos cómplices que siempre están ahí para reír, llorar, pelear pero sobretodo amarse intensamente. Siendo la hermana mayor me ha brindado un rol diferente que es guiarlos y llevar el timón aunque muchas veces me salgo del camino, pero para eso están ellos para ayudarme a mantenerme firme y en temple.


Agradezcan por estar con sus hermanos y verse crecer porque cada uno en algún momento vuela y toma su propio rumbo. La hermandad está en nosotros y en nuestra sangre. ¿ Y tú sientes el poder de la hermandad?



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