Camino y camino hacia el fondo del horizonte de esos árboles añejados cubriendo con suavidad esas calles de mi curramba.
No la ví venir pero mis pies volaron hacia un rincón mágico de cuadros y espejos con esa arquitectura neoclásica de Higgins.
Mis ojos deslumbran al paso de las rocosas olas que se disparcen al abrir el cielo.
Mágicamente me dicen "bienvenida al encanto" y palpo con mis manos la esencia del mármol sobre esas paredes llenas de historias cruzadas.
Sentada debajo de palmeras que chocan al son de la salsa en su fondo puedo ver lo extraordinario que es el pradal.
Refresco mi paladar con la Ya de mi maracuyá y la pepita azuleja se revuelve con el sonido de la brisa tropical que yace sobre mi.
25 horas al día vida mía del encanto pradal
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