A veces pienso estando sentada en la silla del estadio Edgar Rentería que todo es momentáneo, en muchas ocasiones estamos persiguiendo una pelota que en este caso diría que es ese amor que resulta ser un poco imposible para uno. En el béisbol estamos tratando de correr a las cuatro bases, para mí cada base es una etapa del noviazgo como lo es el enamoramiento y si pasamos esa base corremos como locos a otras etapas que nos hace sentir amados.
Son dos equipos con nueve jugadores en cada equipo y esos serían los hombres que están detrás de cualquier mujer o como le dicen coloquialmente el ganado atrás o esas abejas detrás de la miel. Cada equipo tiene la oportunidad de cambiar para poder jugar y para mí ese sería cada hombre que se nos atraviesa en el camino, en este caso el lanzador es aquel hombre prospecto que lanza la pelota hacia nosotras para tratar de conquistarnos a punta de detalles y buenos tratos.
Si nosotras golpeamos la pelota con el bate tenemos el riesgo de ser amada o ser herida todo depende de la manera que atrapamos ese amor hacia nosotras. Aquel hombre que apunte más puntos alrededor de esas cuatro bases se gana el titulo de novio o aún mejor de esposo.
La mujer es dueña del juego y seguiremos corriendo a cada base si estamos felices con ese hombre que se hace llamar novio. El amor es un juego que se intenta jugar muchas hasta alcanzar ese amor de ensueño que toda mujer desea.
En muchas ocasiones nos arrastramos en la arena y aunque nos ensuciamos nuestra ropa seguimos corriendo a esa base que hacemos llamar amor. El béisbol es una carrera hacia el amor correspondido que todas queremos ganar.
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